El Beso de la Patria

 

Santa Fe

Nos mudamos  para Santa Fe cuando yo tenía ocho años. Aunque estábamos muy cerca de La Habana, era otro mundo. El cambio representó un poco de calma porque mi papá y mi mamá no peleaban° tanto allí. Era un pueblecito de fuertes contrastes, verde y arenoso,° con el mar de la costa norte de La Habana de un lado y las montañas de Tahoro del otro. De los manantiales° que hay en esas montañas venía el agua que tomábamos, a tres centavos la lata:° después subió a cinco. La lata de agua era inmensa; no sé cuántos litros tenía, pero llenaba una tinaja° grande. Como playa, Santa Fe no valía mucho, demasiadas rocas y poca arena, pero el agua era tan cristalina que yo nadaba despacito por la superficie y veía los peces° negros, amarillos, plateados,° de todos los colores, paseando por debajo de mí. Uno de mis entretenimientos° favoritos era sacar erizos° de las rocas del fondo° del mar con un palo° largo, que generalmente venía de una escoba° vieja, al que le ponía un clavo° grande en la punta para enganchar° los erizos. Me metía en el agua y con la mano derecha sujetaba° el palo mientras con la izquierda me apoyaba° en un cubilete° de madera° que tenía el fondo de cristal, para ver adentro del mar, y servía de flotador. Pasaba largas horas en la playa con Rita, la hija de Goyo el pescador,° a quien conocí recién mudada° al pueblo y nos hicimos grandes amigas. Cuando no estábamos jugando o hablando, me sentaba sobre las rocas a la orilla° de la playa, sola, a soñar con el día en que ___________ (rizarseme)° el pelo, o en cuando ___________ (sacarse) la lotería para pagar las deudas° que mi papá había contraído° jugando al póker. El sueño del pelo era el mejor; un día iba a aparecer un hada° que me daría una loción mágica, un champú milagroso° que me rizaría el pelo para siempre. No me gustaba mi pelo, lacio° y fino; quería uno de aquellos con muchos bucles° que veía en el cine de Hollywood; mi preferido era el de Viveca Lindfors en una película en que hacía de gitana.° En invierno el mar rompía con tanta fuerza contra las rocas que una señora que estaba de visita un fin de semana preguntó si había alguna fábrica° cerca, cuyas maquinarias producía la gente que venía de vacaciones, como una gran bandada° de pájaros que se iba al llegar septiembre. Para julio o agosto armaban° el parque de diversiones,° venían unos hombres, desyerbaban° un terreno° grande en alguno de los lugares más céntricos, generalmente un solar° vacío° de los que bordeaban la carretera° de Santa Fe a Punta Brava,3 e instalaban los caballitos,° la estrella,° las sillas voladoras,° el kiosco del algodón de azúcar,° los puestos° de frituras° y refrescos,° los de vender cerveza° y los de juegos de azar,° en los que se podía ganar un muñeco de peluche,° una taza con su plato, o una polvera° de cristal que tenía en la tapa° una gallina echada°... ésas eran lindas. Instalaban centenares de bombillos;° el día de la inauguración, para los que ____________(vivir,nosotros) permanentemente en la playa, acostumbrados a largos meses de calles silenciosas y semiapagadas,° era el deslumbramiento;° el movimiento y la iluminación nos maravillaban; recibíamos el parque con tanto entusiasmo que se llenaba todas las noches durante el tiempo que permanecía. Después, cuando comenzaba a oscurecer° más temprano y a amanecer° más tarde, y el mar empezaba a oírse desde la casa por las noches, un día veíamos con melancolía cómo los hombres que desyerbaron el terreno desarmaban° los aparatos y desmontaban° el parque. Al poco tiempo sobre la tierra apisonada° por los pies de la gente volvía a crecer° la yerba.°

El Beso de la Patria

Rita y yo íbamos juntas a la escuela pública. Su mamá, Julia, era la conserje° y como ella era quien preparaba y repartía la merienda,° siempre me daba mucha. Daban leche condensada con gofio° en la sesión de la tarde a la que asistíamos porque los varones° iban por la mañana. Aunque ____________(suponerse) que la merienda fuera sólo para las niñas más necesitadas° y yo no lo era, porque las había que° no comían en su casa, mi amistad con Rita garantizaba mi parte, lo que me ponía muy contenta. Yo estaba en cuarto grado. Fue el primero que hice completo en una misma escuela, ya que anteriormente debido a las mudadas° constantes y a que a mi mamá no le gustaba levantarse temprano para mandarme a las clases, cambiaba tres o cuatro veces de escuela durante un curso escolar,° y a veces faltaba meses completos. Esa fue, también, la primera vez que tomé exámenes para pasar de grado. Por las mañanas, sentada en el piso de mosaicos rojos y blancos del portal de la casita de madera en que vivíamos, que se mantenían fríos aunque ____________(haber) un sol que rajaba° las piedras, memorizaba cuanto había escrito en los cuadernos el día anterior. Era la experiencia más grata° que ____________(tener, yo) en mi vida. Leyendo sobre las guerras de independencia de Cuba en el siglo XIX, o aprendiendo cuáles eran los ríos más caudalosos° de Europa, o qué animales tenían sangre° caliente y cuáles la tenían fría, o cuántos huesos° tenía el cuerpo humano, olvidaba un rato los llantos° de mi mamá encerrada° en el baño, por razones que yo sólo medio entendía, y la falta° de dinero de la que mi papá hablaba constantemente. Mientras ____________(leer), sentía el fresco del piso° en mis muslos° y piernas,° oía cantar los pájaros y miraba, cada vez que interrumpía la lectura,° las vicarias blancas y rojas y las madamas sembradas° en el jardincito frente al portal, del cual mi papá y todos nosotros habíamos sacado las piedras y latas vacías que tenía cuando nos mudamos allí y habíamos sembrado flores. Pensaba en lo maravillosas que ____________(ser) las flores de la vicaria blanca, capaces de curar enfermedades de los ojos, y en lo curiosas que eran las vainitas° en que se formaban las semillas° de la madama. Nunca tuve espíritu de competencia porque no tenía por qué desarrollarlo.° Mi mamá no me exigía° nada en ese sentido, y con tantos cambios ni siquiera sabía que existían premios si se tenían buenas notas. Aquel año gané el Beso de la Patria, premio que daban al mejor alumno de cada grado. Me sorprendí muchísimo cuando lo recibí porque no lo esperaba, pero me dio una gran alegría. Debido a este premio fui elegida° para llevar° el estandarte de la escuela en el natalicio de Martí del próximo año. Era un reconocimiento a mi excelente trabajo académico.

 

La parada

Para conmemorar el veintiocho de enero se organizaban enormes paradas. Los colegios privados hacían un despliegue° de lujo° con uniformes de gala y bandas de música en que los niños iban vestidos de satín rojo, azul pavo,° azul prusia,° verde brillante, amarillo canario, y los trajes estaban adornados con galones° de colores contrastantes; en la cabeza llevaban sombreros altos con penachos de plumas;° competían a ver cuál colegio iba más elegante. Las escuelas públicas, iban aparte; trataban de que los niños ____________(vestirse) lo mejor posible y ponían algunas restricciones para poder asistir; había que usar cierta ropa que muchos no tenían: ésos no podían participar en el acto patriótico; un requisito° era tener el uniforme de la escuela: la mayoría de los alumnos iba a las clases sin uniforme; los maestros, generalmente, no lo exigían porque sabían que si los niños no lo compraban era porque no tenían dinero para hacerlo. Cuando me nombraron para llevar el estandarte, lo que era un gran honor, me advirtieron° que ____________(ser) necesario ir uniformada° y llevar zapatos de piel° o charol° negro. Yo tenía un uniforme que alguien me había regalado usado; mi mamá lo había teñido° para que recuperara° el color original y lucía° muy bien, pero mis únicos zapatos eran unos tenis. Cuando me dijeron lo de los zapatos no me atreví° a decir que no los tendría porque me daba mucha pena y dije que sí, que iba a tenerlos. No pensé en otra cosa por un mes y pico,° hasta que llegó el día: no se me olvidaba ni cuando estudiaba por la mañana en el portal; no conseguía alegrarme° ni escuchando el canto° de los pájaros, ni aunque los mosaicos ____________(estar) fríos como siempre, ni aunque las semillas de las madamas hubieran hecho su trabajo de fecundidad con tal constancia que había muchas maticas° nuevas: lloraba todos los días donde no me ____________(ver,ellos)° y no dije nada en mi casa porque sabía que no iba a haber zapatos negros. Finalmente llegó el día, y después de pensarlo mucho decidí ir; me arreglé lo mejor que pude, muy bañadita° y peinada, con lazos° grandes en las trenzas,° medias blancas, y lavé los tenis. Al presentarme, en medio de la confusión de la organización de la parada, no notaron nada, pero al prepararnos para empezar la marcha yo iba sola delante de los otros estudiantes. Al ver mis pies, una de las maestras,° una señora vieja que decían que era poeta, me llamó aparte y me dijo: «Tú sabes que sin zapatos negros no puedes llevar el estandarte. Nosotros entendemos que no los tienes y por eso no los has traído, pero la parada tiene que quedar bonita. Mira, lo que vamos a hacer es que entre todos los maestros vamos a reunir° dinero para comprarte unos zapatos para la próxima vez. Ahora, Noemí llevará el estandarte.» Noemí que era brutísima° y sacaba malísimas notas, tenía zapatos de charol con unos lacitos de faya.° Lloré disimuladamente° toda la parada. Lo que más me dolía era lo que dijo la maestra de que ____________(regalar,ellos) unos zapatos. Me pareció todo terriblemente injusto, que yo estaba pagando culpas° que no había cometido. Sufría calladamente° cada vez que entraba a la escuela en los días posteriores a la parada, pensando en el momento en que me fueran a dar los benditos° zapatos. Pero mis angustias° estaban de más,° porque jamás reunieron ningún dinero ni me compraron ningunos zapatos.