Noche de fuga
Por teléfono
—Al teléfono, señor Maurí.
Jorge Maurí se levantó, aplastó su cigarrillo en el cenicero y lentamente se dirigió al teléfono.
—¿Qué hay? —preguntó.
—Soy yo, Jorge —se oyó una voz de mujer al otro lado del hilo —.
Todo me ha salido perfectamente. Estoy ya fuera de casa. En una cantina que hay en la carretera. ¿Sabes cuál es?
—Sí, sí, ya sé —respondió él.
—¿Te espero entonces aquí mismo, Jorge? —inquirió la mujer.
Jorge Maurí consultó su reloj.
—Sí, espérame ahí. Dentro de diez minutos estaré ahí.
La mujer también debió mirar su reloj porque le advirtió en tono preocupado:
—Ya ha dado la primera pitada del barco, Jorge. Así es que tenemos el tiempo justo.
—Sí, ya lo sé, ya lo sé. Te digo que dentro de diez minutos estoy ahí —volvió a repetir como empezando a impacientarse. Colgó. Abrió su pitillera y sacó un nuevo cigarrillo. Al encenderlo notó que la mano le temblaba un poco. ¡Pardiez! —se dijo malhumorado. No esperaba él que el hecho de huir con una mujer le _________(poner) tan nervioso. Dio unas cuantas chupadas al cigarro, y despacio, tratando de disimular el nerviosismo que experimentaba,se fue acercando a la mesa de sus amigos.
Jorge en el bar
—Chicos, os voy a tener que dejar —dijo queriendo parecer natural y empezando a recoger ya su gabardina.
¿Que te vas...? —le interrogó uno de los amigos, mirándolo sorprendido—. ¡Tú estás loco! Tú te tienes que quedar otra ronda.°
—Imposible. Tengo muchísima prisa.
—¡Ni prisa ni nada! —exclamó otro, cogiéndole la gabardina y escondiéndosela.
Otro le sentaba en la silla a la fuerza mientras le decía:
—Tú te quedas a beber otra copa. ¡Pues estaría bueno...!
—¿Pero es que vosotros queréis que _________(perder, yo) la cita que tengo ...? —se defendía él aunque débilmente. —¿Cita con una mujer...? —le preguntó uno de ellos—. ¡Estupendo entonces! —gritó alborozado—.° Porque eso es lo bueno, hacerlas esperar. Eso, además, hará la aventura mucho más interesante —agregó riéndose estrepitosamente.
Jorge Maurí volvió a mirar su reloj.
—No, no, no puedo de verdad quedarme —dijo apurado.°
—Tú te quedas. Al menos hasta que te _________(tomar, tú) otra copa.
Y le obligaron a beber. Él se resistió al principio. Sabía que no debía beber. Que tenía que conservar la cabeza lúcida y serena. Pero, por otra parte, pensaba también que le vendría bien beber. Sentía una lasitud, una flojedad que le impedía moverse y reaccionar. Era como si en el fondo, inconscientemente, tratara de demorar° lo más posible lo que iba a hacer. Como un extraño y repentino temor° a llevarlo a cabo,° a llegar hasta el final. Y eso a lo mejor se le quitaba bebiendo. Y bebió, bebió hasta que la sirena de un barco le hizo incorporarse° sobresaltado,° como si _________(despertar) de pronto° de un sueño.
Cuando salió de allí tenía los ojos turbios° y se tambaleaba ligeramente° sobre sus pies. Pero se metió precipitadamente° en su coche y cogiendo el volante° con una especie de furia,° enfiló° la negra carretera a la máxima velocidad.
La muchacha en la cantina
La muchacha dejó el teléfono y pasó la vista con cierta inquietud alrededor suyo. No, no había nadie conocido. Las gentes de su mundo no _________(frecuentar) estos lugares. En aquel momento se hallaba° la cantina casi vacía. Unos marineros° en una mesa y dos hombres más bebiendo en el mostrador.° Iban mal trajeados° y parecían obreros. Respiró.Y mirando su reloj fue a sentarse en un rincón, dispuesta° a esperar los diez minutos que él le había dicho. Pidió un café que bebió lentamente, a pequeños sorbos,° como saboreándolo° aunque no estaba nada bueno. Después sacó una polvera° de su bolso y se retocó la cara5 que tenía muy pálida. Se pintó también los labios...
Hasta ahora —pensó— todo le había salido muy bien. Había logrado escaparse° de su casa sin que nadie la viera, sin que nadie la oyera. Al día siguiente sería el escándalo. Al día siguiente toda la ciudad hablaría de ella. ¡Ella, una muchacha tan seria, tan formal, tan decente, fugarse con el disoluto y carente de moral y principios Jorge Maurí...! Pero mañana, cuando todos _________(enterarse), ella estaría ya lejos, en alta mar con Jorge, rumbo a° países desconocidos y hacia un mundo nuevo y maravilloso que nunca _________(imaginar).
Sonrió a su pesar.° ¡Menudo campanazo!° Bueno, ¿y qué? Ella quería a Jorge y Jorge no quería o no le interesaba de momento casarse con ella. Tenían, pues, que huir a otros sitios donde nadie les _________(conocer) ni nadie se _________(asustar) ° de aquel amor. Lo único que le dolía era dejar a sus padres. Le apenaba° enormemente el disgusto que les iba a causar. Pero era inevitable. No podía evitarlo° sin perder a Jorge. Y Jorge para ella significaba toda su vida. Le amaba tanto, de tal modo, de tal manera; estaba tan firme y resuelta° a seguirle aunque fuese al fin del mundo, que lo haría aunque _________(saber) fijamente que después de ello le _________(aguardar) las penas más terribles, la muerte más horrenda. Con él a su lado, no le asustaba nada.° Nada tampoco ya _________(poder) hacerla retroceder.°
En la carretera
Le pareció de pronto° oír la segunda pitada del barco y bruscamente se puso de pie. _________(pasar) ya los diez minutos que él le dijo. «¿Le _________(ocurrir, él) algo? —pensó alarmada—. ¡Es tan loco conduciendo...! ¿O...?» —no se atrevió° a concluir su pensamiento. No, no podía ser que él _________(arrepentirse). Pagó su café y salió. El hombre que despachaba tras el mostrador la vio salir e hizo un gesto con la cabeza en señal de admiración.
Afuera hacía frío y había una densa niebla.° Se abrochó° la mujer el abrigo, subiéndose el cuello hasta arriba,° mientras empezaba a andar por la solitaria carretera en la dirección por donde él tenía que venir. No se veía nada. Ni una luz siquiera° en la oscuridad total que la rodeaba.° Advirtió° de pronto que las piernas le temblaban. Pero no sabía si era de frío, de temor a lo que le _________(ocurrir) algo a él o _________(arrepentirse), o, acaso tal vez,° de miedo ante el paso que iba a dar.° No, no lo sabía, ni trataría tampoco de averiguarlo.° Sólo sabía que por primera vez en la aventura estaba nerviosa.
Siguió andando un rato.° Hasta que le pareció distinguir a lo lejos,° entre la niebla, como una luz que se acercaba.° Y respiró tranquilizada. ¡Sería él sin duda! Y esperó ansiosa, con el corazón latiéndole anhelante.° Pero tan oscura la noche, tan espesa° la niebla, y cegada,° además, por los faros del coche° que raudamente° se iba acercando,° no podía precisar ella si se trataba en efecto del coche de él. No obstante,° empezó a agitar un brazo a la vez° que se acercaba hacia el centro de la carretera, mientras una sonrisa de tranquilidad y felicidad flotaba en sus labios. Y fue entonces cuando lúgubre,° lejana,° como envuelta en bruma,° se oyó la tercera pitada del barco.
El accidente
Jorge Maurí no dejaba de apretar° el acelerador. Cada momento miraba el reloj, mordiéndose los labios° nerviosamente. Era espantoso° lo rápido° que _________(correr) el reloj y lo despacio° que debía ir su coche. Le parecía que no avanzaba nada o que aquella carretera era siempre igual, interminable, como si no _________(tener) fin.° Y con furia, frenéticamente, apretaba más y más el acelerador.
De repente le pareció ver como un bulto° en medio de la carretera.
«¡Pues solamente faltaba eso —exclamó contrariado—, que algo se _________(interponerse) ° en mi camino...!» Pero Jorge Maurí no aminoró la marcha.° No podía, en realidad, aminorarla aunque hubiera querido. Y siguió conduciendo sin variar la velocidad, derecho hacia aquello que parecía moverse en mitad del camino. En aquel momento sonó la sirena de un barco, pero Jorge Maurí no la oyó. Lo que oyó fue un grito° terrible que retumbó° en la noche, a la vez° que sentía cómo las ruedas° de su coche pasaban sobre algo. Todo fue rápido y al mismo tiempo. «¡Maldita sea!»° — exclamó él entre dientes, pero sin detenerse en su loca carrera,° sin mirar siquiera hacia atrás.° Sólo se detuvo° al llegar a la cantina. Allí se bajó apresuradamente y entró en el local, mirando con ansiedad a todos lados. Al no verla enseguida pensó: «¿Será posible que _________(volverse) atrás° y me dé chasco...?» No obstante, aún se acercó al mostrador con alguna esperanza.
—Oiga —le dijo al tabernero—,° ¿no ha estado aquí una señorita que ha utilizado el teléfono hace un rato?
—Sí —contestó el hombre—. Aquí ha estado una señorita, pero se ha marchado ya.° Hacia ese lado ha ido... —añadió,° señalando por donde él había venido.
—¿Por ese lado? —murmuró Jorge Maurí pensativamente. Y luego, de golpe,° abriendo los ojos horrorizado, volvió a repetir: —¡Pero… ¿Por ese lado dice usted...?!