Un día de estos
 

Contexto cultural: La turbulenta década entre 1948 y 1958, conocida como ‘La violencia’, fue el período de un brutal conflicto civil en Colombia. Se estima que entre 200.000 y 300.000 personas sufrieron muertes violentas y más de 600.000 fueron gravemente heridas. El miedo se extendió a lo largo del país obligando a más de un millón de personas a abandonar sus hogares.

 


El dentista   

El lunes amaneció° tibio° y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título° y buen madrugador,° abrió su gabinete° a las seis. Sacó de la vidriera° una dentadura° postiza° montada° aún en el molde de yeso° y puso sobre la mesa un puñado° de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas,° sin cuello,° cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos° con cargadores° elásticos. Era rígido, enjuto,° con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos.° Cuando tuvo las cosas dispuestas° sobre la mesa rodó° la fresa° hacia el sillón de resortes° y se sentó a pulir° la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa1 incluso° cuando no se servía de ella.°

La llegada del alcalde

Después de las ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos° pensativos que se secaban° al sol en el caballete° de la casa vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo __________(volver) a llover. La voz destemplada° de su hijo de once años lo sacó de su abstracción.°

—Papá.
—Qué.
—Dice el alcalde° que si le sacas° una muela.°
—Dile que no estoy aquí.

Estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró° a la distancia del brazo y lo examinó con los ojos a medio cerrar.° En la salita de espera volvió a gritar su hijo.

—Dice que sí estás porque te está oyendo.

El dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los trabajos terminados, dijo:

—Mejor.°

Volvió a operar la fresa. De una cajita de cartón° donde guardaba las cosas por hacer, sacó un puente° de varias piezas° y empezó a pulir el oro.

—Papá.
—Qué.

Aún no había cambiado de expresión.

—Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro.°

Sin apresurarse,° con un movimiento extremadamente° tranquilo, dejó de pedalear en la fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta° inferior° de la mesa. Allí estaba el revólver.

—Bueno —dijo—. Dile que __________(venir) a pegármelo.°

Hizo girar° el sillón hasta quedar de frente a° la puerta, la mano apoyada° en el borde° de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral.° Se __________(afeitarse ) la mejilla° izquierda, pero en la otra, hinchada° y dolorida,° tenía una barba de cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos° muchas noches de desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos° y dijo suavemente:°
—Siéntese.
—Buenos días —dijo el alcalde.
—Buenos —dijo el dentista.
Mientras hervían° los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo° en el cabezal° de la silla y se sintió° mejor. Respiraba un olor glacial.2 Era un gabinete pobre: una vieja silla de madera, la fresa de pedal, y una vidriera con pomos de loza.° Frente a la silla, una ventana con un cancel de tela° hasta la altura de un hombre. Cuando sintió que el dentista se acercaba,° el alcalde afirmó los talones° y abrió la boca.

La extracción de la muela

Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de observar la muela dañada,° ajustó° la mandíbula° con una cautelosa° presión° de los dedos.
—Tiene que ser sin anestesia —dijo.
—¿Por qué?
—Porque tiene un absceso.3
El alcalde lo miró en los ojos.
—Está bien —dijo, y trató de sonreír. El dentista no le correspondió.°
Llevó a la mesa de trabajo la cacerola° con los instrumentos hervidos° y los sacó del agua con unas pinzas° frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la escupidera° con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil.° Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no le perdió de vista.° Era una cordal inferior.° El dentista abrió las piernas y apretó° la muela con el gatillo° caliente. El alcalde se aferró° a las barras° de la silla, descargó toda su fuerza en los pies° y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro. El dentista sólo movió la muñeca.° Sin rencor,° más bien con una amarga° ternura,° dijo:
—Aquí nos paga veinte muertos,° teniente.5
El alcalde sintió un crujido° de huesos° en la mandíbula y sus ojos se llenaron de lágrimas.° Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció° tan extraña° a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado° sobre la escupidera, sudoroso, jadeante,° se desabotonó° la guerrera° y buscó a tientas° el pañuelo en el bolsillo del pantalón. El dentista le dio un trapo° limpio.
—Séquese° las lágrimas —dijo.
El alcalde lo __________(hacer). Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las manos, vio el cielorraso° desfondado° y una telaraña° polvorienta° con huevos de araña° e insectos muertos. El dentista regresó secándose las manos. «Acuéstese —dijo— y haga buches° de agua de sal.» El alcalde se puso de pie,° se despidió con un displicente° saludo° militar, y se dirigió a la puerta estirando° las piernas, sin abotonarse la guerrera.
—Me pasa° la cuenta —dijo.
—¿A usted o al municipio?°
El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red° metálica.
—Es la misma vaina.